Haber elegido para este año la figura de Acacia Uceta como destinataria del homenaje de nuestra Senda donde las palabras cantan, pudo habernos servido de presagio de cómo íbamos a experimentar el extraño pero perfecto maridaje entre intensidad y sencillez.
Si Acacia, a causa de la guerra civil, vio cercenada en su vida la natural alegría despreocupada de la infancia, esta su senda también ha estado marcada por un drama, reflejo del intenso sufrimiento que tantas personas están viviendo en esta forzosa toma de conciencia mundial de la fragilidad humana.
Ars Invita ha perdido a una de sus más entregadas colaboradoras y amigas: Macu Rubio. Ya no podremos escuchar en directo su cantarina voz declamando el poema de Acacia que eligiera, ni tampoco ninguno de los que ella misma acaba de publicar, y ¡Cómo duele!
Sus compañeros de la senda han expresado dolor de una u otra manera, y llegará un día en que, con un tributo público llenaremos el tan ansiado aire libre, de nuestro agradecimiento.
El amor, también en su faceta de amistad, nos hace vivir el lado más intenso de la vida, tanto en los buenos como en los malos momentos. Y es la propia vida, la que, como bálsamo, nos hace el regalo de la sencillez.
Queremos compartir contigo un mismo instante de sencillez, visto por otras dos de incondicionales «senderistas», y cuyo protagonista es uno de los seres más modestos, bellos, y entrañables de la naturaleza que, como ya recogiera el viejo romancero, viene a visitar visitar nuestras rejas para calmar con sus alegres trinos, la desesperación en nuestro encierro.
Al pincel de Charo, debemos esta preciosa acuarela, y a la cámara y la pluma de Soledad, además de estas y la mayoría de las fotografías de nuestro blog, el delicado retazo de la intimidad de su diario, con el que hoy cerramos esta entrada.
Muchas gracias y ¡Salud y serenidad para todos!
Por las mañanas, mi cocina es una fiesta
Nada más levantarme, empiezo a preparar café.
Mientras se tuesta el pan, me asalta un sentimiento de dicha por la inmensa suerte, de estar viva…
Reviso mis WhatsApp de anoche y compruebo que mis amigos siguen ahí y que algunos hasta me han deseado felices sueños…
Abro la ventana y coloco en el alféizar pequeños trozos de miga humedecida…Enseguida aparecen un montón de pajarillos variopintos, y juntos, compartimos nuestra alegría por el temprano desayuno.
Hacemos un trueque interesante los pajarillos y yo. A cambio de un poco de mi pan, ellos se comprometen a hacerme cada mañana, una fiesta, así que inundan mi ventana con su algarabía y sus trinos.
Entre tanta tragedia de conocidos y amigos queridos que se han ido estos días…, siento que todo esto tan sencillo, café, pan y pajarillos…son algo muy valioso con lo que empezar la mañana y como tal, se convierten en primer tesoro de cada día…
Precioso…. M. José
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